jueves, 10 de abril de 2014

Number seventeen (Número diecisiete) – 1932


Argumento: Unos contrabandistas de diamantes se reúnen en una casona abandonada en cuyo sótano existe una conexión con el tren que lleva a la estación del ferry hacia el continente. A la misma casa han llegado otras personas, por distintos motivos. Ambos grupos se enredan en el juego del gato y el ratón hasta que los contrabandistas logran tomar el tren. Finalmente son detenidos por uno de los extraños (John Stuart), que resulta ser un detective que estaba detrás de la banda.-

Bien… “Nuestros amigos los verosímiles”, en las palabras de Mr. Hitchcock, pueden tomarse el día libre porque Number seventeen no es la película para ellos. Es difícil imaginar qué pasó, cómo el director de The lodger es el mismo que el de esta película, pero esta breve obra de tan solo 65 minutos no es más que una sucesión de aparentes coincidencias y sinsentidos que nos tiene preguntándonos qué está pasando hasta el último minuto. Extraños que se reúnen aparentemente por casualidad, personajes en peligro que se salvan de modo inexplicable, informaciones vitales pegadas en lugares improbables, todo esto y más se da cita en esta película.-

La primera parte de la película transcurre en la casa abandonada, ubicada en el N° 17 de
una calle cercana a las vías del tren, y desde el mismísimo comienzo los espectadores quedamos desconcertados: ¿por qué este personaje, identificado como Forsythe (John Stuart) entra en una casa desierta, en plena noche, sólo para ver quién se pasea en su interior a la luz de una vela? ¿Quién es, cuál es su motivación? Una vez adentro, se encuentra con Ben (Leon M. Lion), un vagabundo de cambiante personalidad, quien por momentos se muestra sumiso y atemorizado, en otros intenta dominar la situación y ocasionalmente olvida por completo el peligro y se dedica a beber. Ambos descubren un cadáver (Henry Caine), y enseguida la Srta. Ackroyd (Ann Casson), una joven, cae a través de una claraboya. Esta joven parece confiar completamente en Forsythe y le da la mayor información que tendremos en toda la película: su padre desapareció en los últimos minutos, dejando una misteriosa tarjeta de visita que anuncia que en el N° 17 algo pasará a las 12:30 de la noche y un telegrama remitido por un “Detective Barton”, quien explica que siguió la pista de un collar robado hasta esa casa.-

Enseguida llega una pareja de extraños, Nora (Anne Grey) y Brant (Donald Calthrop), seguidos por un supuesto sobrino, Henry Doyle (Barry Jones), cuyo pretexto es visitar la casa con intención de comprarla. En el ínterin, el cadáver desaparece, los visitantes se revelan como delincuentes y el falso cadáver parece ser uno de ellos. Ben es encerrado en el baño y la Srta. Ackroyd y Forsythe son maniatados a la baranda de la escalera. En un segmento emocionante, la baranda se desmorona y ambos personajes quedan colgados por las muñecas, en una pose que recuerda a aquella de Ivor Novello esposado en The lodger, aunque enseguida son rescatados por Nora, quien dicho sea de paso por alguna extraña razón simula ser sordomuda. A pesar de que se encontraban a dos pisos de altura, logran hacer pie y ponerse a salvo. Mientras tanto Ben roba el collar de diamantes al hombre que lo había encerrado en el baño, que resulta ser Sheldrake (Garry Marsh), el contrabandista que reunió a los demás en la casa N° 17. El falso cadáver, por su parte, simuló ser Sheldrake por un momento, pero luego descubrimos que es el padre de la Srta. Ackroyd.-

Finalmente Sheldrake, los falsos tío y sobrino y la falsa sordomuda toman el tren y son perseguidos por Ben y Forsythe, aunque este último no logra subirse y debe secuestrar un autobús para intentar interceptar al tren. Perseguidos por Forsythe, los contrabandistas llegan al ferry, pero al no poder detener el tren ocasionan su descarrilamiento. Su perseguidor los alcanza, rescata a Nora y ambos terminan junto con Ben y Doyle, el falso sobrino, en una oficina portuaria. Éste sostiene que él es el Detective Barton, aunque Forsythe se expone como el verdadero detective y súbitamente corteja a Nora al mismo tiempo que Ben revela que se ha quedado con el collar en su poder.-

Desarrollar la trama de la película es tan confuso como verla. El hecho de que los personajes permanezcan innominados durante largos minutos luego de haber aparecido en escena, no ayuda a clarificar la acción. Al terminar de ver la película, recordé la explicación de Mr. Hitchcock sobre la diferencia entre suspenso y misterio, que ya mencioné en el comentario a Murder!, y pensé que esta película es exactamente lo contrario al suspenso: si en este género el secreto está en que el espectador sepa algo que los personajes desconocer, pues en Number seventeen el espectador todavía no sabe qué sucedió, aún cuando la película ya haya terminado.-

En cuanto al aspecto visual, la elección de los planos y la edición de la película no ayudan a comprender lo que sucede, sino que por el contrario se produce algo similar a lo que ya pudimos ver en Blackmail. La abundancia de primeros planos, o planos detalles de manos y sombras, impide tener referencias espaciales, lo cual aumenta nuestro desconcierto. El uso del sonido tampoco se destaca especialmente.-

Sin embargo, no todo en Number seventeen es para el olvido: el diseño de producción en ambas partes está bastante bien, realmente podemos llegar a pensar que la película se filmó en una casa abandonada o en un tren en movimiento. Y en cuanto a los diálogos, Ben tiene las mejores líneas, algunas de las cuales son verdaderamente ingeniosas.-

Sin dudas lo mejor de la película, desde el punto de vista estético, es la segunda parte. La
persecución del tren que emprende el Detective Barton en un autobús está muy bien lograda mediante el uso de miniaturas. Es la primera vez que Mr. Hitchcock utiliza este recurso, que abundará en los años posteriores, y aquí lo presenta en una forma bastante atractiva y verosímil para su época. Otro recurso que aparece por primera vez es el utilizado por Mr. Hitchcock para filmar determinadas secuencias de acción, tales como peleas y persecuciones. Este recurso consiste en fragmentar la escena en breves tomas y luego acelerar su velocidad, aumentando la emoción. Si bien en su período mudo ya habíamos visto este tipo de escenas (sobre todo en The ring), lo cierto es que a partir de Number seventeen esta técnica se hace más notoria, debido probablemente a dos motivos, uno técnico y otro subjetivo. Por un lado, en el cine primitivo aún no se filmaba la cantidad de veinticuatro fotogramas por segundo, sino una menor, haciendo que al momento de la reproducción la velocidad de la acción durante toda la película fuera mayor para lograr la fluidez del movimiento (es por ello que las películas muy antiguas se ven “aceleradas”). Por otro lado, la eliminación de los intertítulos hace que a nuestros ojos la acción parezca ininterrumpida, aun existiendo distintos planos, por lo cual la inserción de secuencias reproducidas a mayor velocidad implica una perturbación que sí advertimos.-

Surge de distintas fuentes que Mr. Hitchcock no quiso filmar esta película, sino que le fue impuesta. Aún así vuelvo a preguntarme qué sucedió, porqué no pudo redondear mejor el guión (del cual figura como co – autor junto con Mrs. Hitchcock), sobre todo contando con tiempo en pantalla de sobra… Indudablemente, como el propio Mr. Hitchcock reconoció en el diálogo que mantuvo con Truffaut, Number seventeen y Waltzes fron Vienna (Valses de Viena) – la cual no comentaré dado que no la he visto en DVD – representan lo más bajo de su carrera, y forman parte de una época difícil de altibajos tanto en cuanto a lo creativo como a los resultados económicos de sus películas. Ya a partir de la siguiente película según el orden seguido en este blog, The man who knew too much (El hombre que sabía demasiado), de 1934, las cosas mejorarán y mucho tanto para Mr. Hitchcock como para sus seguidores. Sin perjuicio de ello, insisto en que no todo está perdido en relación a esta película, y los amantes de los trucos técnicos podrán aprovecharla, sobre todo en su segunda parte.-

Number seventeen fue editada en DVD en Argentina, en una presentación doble con Secret agent (Agente secreto), bastante fácil de conseguir y de precio accesible. La calidad de imagen es buena, la del sonido no tanto, y los subtítulos en español no son perfectos, pero están bastante bien.-

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